domingo, 26 de julio de 2009

Breve Historia de la Filantropía en Mazatlán





El reciente fallecimiento del Padre Tovar, benefactor entregado por décadas a esa labor en Mazatlán, obliga a reflexionar sobre el acto de caridad, el compartir lo que se tiene y, bajo una óptica religiosa, el devolver al prójimo una pequeña parte de lo que ha dado la providencia, ya sea por herencia o trabajo mismo, si se entiende el trabajo como una bendición.


El antecedente regional más antiguo de actos de filantropía masiva ocurrió durante la Intervención Francesa, cuando se instalaron dos “Hospitales de sangre” en Aguacaliente de Gárate y San Ignacio, gracias al apoyo de un grupo anónimo de distinguidas señoras, tal como registran los historiadores.
En 1881, un ciclón provocó graves inundaciones en el área de Mazatlán y poblados circunvecinos, por lo que se hizo una colecta por familias de Culiacán, colocándose cuatro puntos de recolección y enviándose al puerto la entonces generosa cantidad de 328.01 pesos.
Aparte de esos apoyos, el gobierno federal mandó 3,170.18 pesos que se repartieron en Mazatlán, Veranos, El Quelite, Villa Unión, El Recodo, San Marcos y Puerta de San Marcos. Al parecer, Siqueros fue el sitio más afectado, ya que recibió 930 pesos, casi una tercera parte de esos recursos.

Vale la pena añadir que el responsable de repartir los fondos fue el General Bernardo Reyes, que ya habían andado por esta zona durante la rebelión de Ramírez Terrón contra Porfirio Díaz, contra quien tuvo un valiente enfrentamiento en Villa Unión con fuerzas menores.
Don Bernardo, padre del escritor Alfonso Reyes, posteriormente volvería a la región para combatir a Heraclio Bernal y su anterior presencia como benefactor le ayudó mucho en esa tarea, según apunta el historiador Gilberto López Alanis… Todavía en 1896, siendo Gobernador de Nuevo León, se acordó de sus amigos sinaloenses y mandó 400 pesos cuando un huracán devastó el área de Elota y Cosalá.
Reyes moriría frente a las puertas de Palacio Nacional, durante la Decena Trágica, en una absurda acción en busca de demostrar que no era un cobarde, tal como lo había afirmado una caricatura publicada en la prensa.

En Mazatlán, la Sociedad San Vicente de Paúl fue la más activa en cuanto a caridad y filantropía. Sería en 1891 cuando Romanita de la Peña, entonces de 15 años, junto con otras damas entre las que se encontraban Agustina Monterde, fundó el Hospital San Vicente donde se atendía a desamparados y que con el tiempo se convertiría en el Hogar San Pablo.
Doña Romanita dejó el cargo en el año de 1900 y se propuso construir un orfanato. En 1906, el Gobernador Cañedo les dio a las damas de la sociedad mazatleca mil pesos para festejar el Aniversario de Juárez. Las fiestas fueron fastuosas y les sobró la mitad. El gobernador les dijo que hicieran otra fiesta, pero lo convencieron de que ese dinero fuera a un fondo para crear el orfanato a base de rifas, bailes y funciones de ópera.
Estas labores fueron interrumpidas por la Revolución; incluso durante el sitio de Mazatlán, un general huertista le exigió a Romanita el dinero de la junta. Ella tampoco se volvió a dejar y se comprometió a darle comida a la gente pobre durante el sitio.

El orfanato se inició hasta que don Germán Evers donó un terreno en 1915 y el Arq. Baltasar Inzunza planeó y dirigió la obra sin cobrar. Muchos trabajadores laboraron por medio sueldo.
Por cierto, Germán Evers, legó sus acciones de una cervecera local para beneficio de la gente humilde. Esas acciones ahora tendrían un valor incalculable, pero quien sabe porque motivo, un ayuntamiento las revendió a precio muy barato y así se perdió esa noble oportunidad.
(Datos tomados en su mayoría del libro “La filantropía, una misión humanística en Sinaloa”, del querido amigo Gilberto López Alanís. La historia de Germán Evers aparece en el libro de Amado González y es dominio público el asunto)

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