domingo, 5 de abril de 2009

Diario de un santo o, ¿santo a diario?




Seguimos con los temas míxticos de Semana Santa. (La "X" no es error)

Me regala Mario González Suárez el libro “Diario de un aspirante a santo”, del francés Georges Duhamel. Y sí, narra la vida de un tranquilo oficinista, casado con una buena mujer, que decide aspirar a la santidad de manera gradual y sincera.

Existe la creencia de que para ser santo es necesario morir apedreado por paganos, encerrarse veinte años en un monasterio o realizar curaciones mágicas. Sin embargo, teológicamente puede alcanzarse un estado de gracia llevando una vida normal, tan sólo siguiendo el arduo camino que exige una religión.

Que el mundo se de cuenta de la hazaña o que lo eleven a uno los altares es otra cosa. La mayoría de los milagros ocurren en secreto. Milagro es despertar con vida esta mañana, suele decir mi mamá.

No voy a narrar todo el libro de Duhamel, pero me llamó la atención la escena en que, creyéndolo ellas dormido, él escucha a su madre y a su esposa hablar con preocupación del anuncio que les hizo días antes, sobre su propósito de búsqueda a la santidad. A pesar de que son mujeres religiosas, semejante proyecto les hace dudar de su cordura.

En ese momento, el personaje decide mejor fingir que cambió de parecer y ocultar el diario, pero procura no cejar en sus esfuerzos interiores. Sus problemas son sencillos, cotidianos como aquellos que muchos enfrentamos, como el dilema de descubrir que un compañero de la oficina ha robado y albergar la duda de denunciarlo o callar el secreto.

¿Se podrá compaginar la búsqueda de la iluminación con la vida diaria? ¿Es la Semana Santa hora de reflexionar y comenzar a aplicar esos preceptos?

Amado Nervo hizo un famoso soneto dedicado a Tomas de Kempis, autor de un libro multi leído que se llama “Imitación de Cristo”, que es un auténtico llamado a la santidad, o sea, imitar a Cristo. Rafael Alberti cuenta en sus memorias que todas las muchachas llevaban en el misal escrito a mano ese poema.

El poema termina, “Oh Kempis, que mal me hiciste. Hace años que vivo enfermo y es por el libro que tu escribiste”. Espoleado por esa frase, cuando tuve a mano un ejemplar del texto de Kempis lo leí con auténtica curiosidad intelectual y, lo confieso, algo de morbo.

Para mi sorpresa, el libro de Kempis tenía un prólogo muy pertinente, realizado por un sacerdote mexicano. Advertía que todos los ejercicios espirituales y demás acciones contenidas en esas páginas habían sido escritos para monjes en clausura, entregados a la contemplación divina, y no eran para aplicarse en la vida diaria. Ni siquiera para sacerdotes en ejercicio público, concluía.

Concluyo que antaño la gente se enajenó con este libro y se fustigó con rutinas agobiantes. Investigo sobre el tema por otro lado y encuentro el dato de que, todavía en el Siglo XIX, muchas personas caían en ayunos y ejercicios espirituales severos, con la misma entrega con la que ahora se ponen a dieta y van al Pilates o al yoga, dando entender que esas conductas son una búsqueda inconciente de un perdido apasionamiento, normal en nuestras bisabuelos y tatarabuelos, en una línea recta que quizá se extienda hasta más allá de las cruzadas.

Mortificar la carne era cosa de todos los días, no sólo en Semana Santa. Pero esta lectura me revela que tres cosas muy distintas son la fe, el fanatismo y la santidad, aunque seguido las confundamos.

A pesar de las advertencias, rescato un consejo de Kempis que llamó mi atención. “Si cada año nos quitáramos de raíz un vicio, pronto seríamos perfectos”. Tiene lógica. Con esa sencilla disciplina, quizá no lleguemos a santos, pero al menos podríamos ser mejores personas. Tan sencillo como imitar a Cristo, ¿no?

2 comentarios:

  1. ¿Por qué míxticos con "X"?

    Definitivamente "Santo a Diario" suena más original. Me agradó bastante la redacción del texto. Del contenido no tengo mucho que decir, sólo que aprendí un par de buenos consejos, aunque siendo honesto a mí la vida no me alcanzaría para ser perfecto.

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  2. Por lo de que son "mixtos"... Además, uno a veces llamas "misticos" a todo los textos del alma o simplemente rolleros, pero se supone que lo "místico" es lo que de plano está en un plano superior (Lo anterior puede ser bastante discutible y reducible a semántica, aclaro)

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