domingo, 2 de enero de 2011

AÑO NUEVO: LA OBLIGADA REFLEXIÓN



¿Por qué la mayoría de la gente esperamos hasta Enero para plantearnos propósitos significativos? ¿Acaso las metas deben tener ciclo o caducidad de doce meses para que nos llamen a la reflexión y al compromiso?

Igual sentimiento comparto con las celebraciones de Centenarios o Bicentenarios tanto de personajes ilustres o cuestionables sucesos políticos... Me pregunto de donde vendrá esa obsesión occidental por los números decimales.

La mayoría de las metas planteadas por muchos de nosotros en estas fechas se relacionan con la salud y el aspecto físico. Ahí están los gimnasios y malecones, abarrotados durante las primeras semanas del año. Luego, el económico.

Sin embargo, el cambio mental o de ideal político en realidad está en otro nivel de prioridades. Casi nadie va con el sicólogo, pero si con el nutriólogo, al despuntar enero.

En el sentido espiritual, los calendarios religiosos ofrecen las opciones de la Cuaresma o el Ramadán en el mundo Islámico como periodos de reflexión y análisis de conciencia, por no hablar de las coloridas expresiones orientales en el momento de la renovación. Ambas se rigen por el antiguo calendario lunar.

Tomás de Kempis decía que es imposible volverse santo de un día para otro, pero que si dejamos de cometer un pecado al año, aunque éste sea venial y ya no volvamos a repetirlo, podríamos acercarnos poderosamente a lo que él llamaba La imitación de Cristo.

Para los chinos, este que viene será el Año del Conejo de Metal y se plantea como tiempo de encontrar el equilibrio, la calma, la sensibilidad y la ternura, cualidades del conejo, según algunas de las premisas de esta creencia milenaria.

Los mexicanos parecemos esta acostumbrados a que los cambios de fondo surjan a partir de los ciclos políticos, tanto sexenales, trienales o de fractura grupal. Prueba de eso fue la excesiva confianza concedida en su momento a Vicente Fox… con su consiguiente decepción multitudinaria.

Hace días, en las páginas de este mismo diario, Denisse Dresser argumentaba que la gente se resiste al cambio personal porque, si la clase política siguen en las mismas prácticas, los demás consideran que no tiene ningún sentido sacrificarse en modificar sus conductas.

Nunca será tan precisa aquí la frase de que “todos los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”.

Culpar a los políticos del estado de cinismo, desfalco o putrefacción en que se encuentra una sociedad, puede parecer muy cómodo, aunque recordemos que estamos en un país con pocos elementos para ejercer una democracia directa, fuera de las elecciones. ¿Alguna vez hemos tenido un referéndum para aprobar una nueva ley o política de estado?

En 1978, Abel Quezada dijo: “Para ser político en México no se necesitan ideas, mucho menos ideales. Basta con la disciplina, el silencio, la complicidad, el encubrimiento y la abyección”.

En verdad, esos elementos no pertenecen en exclusiva para los políticos, sino que también ya han sido adoptados por la mayoría de sociedad para poder sobrevivir en el esquema en que hoy nos encontramos atrapados.

Aunque usted no crea en las creencias de la cultura china, quizás sea buena la imagen poética del Año del Conejo para aprovecharlo para dar un gran salto hacia adelante, pero que sea real: ya ese concepto lo usaron también en China para definir un proceso de la Revolución Socialista que luego se volvió un callejón sin salida.

Enero es un mes que recuerda las dos caras del dios Jano: hay que elegir mirar hacia el lado correcto. Nunca ha sido sencillo, pero si la vida fuera demasiado sencilla, nunca sabríamos bien como aprovecharla.

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