domingo, 16 de enero de 2011
Ophicus y el oficio del astrólogo
Querámoslo o no, el Zodiaco es uno de los símbolos de la personalidad o el destino que siguen con nosotros desde tiempo inmemorial.
Hace días, el cosmos y el imaginario colectivo se vieron envueltos en un delirio por el anuncio de un astrónomo gringo, revelando la aparición de un nuevo signo y la rotación inmediata de los demás entes astrológicos.
En realidad eso es noticia vieja. En “Cosmos”, el libro clásico de Carl Sagan realizado en los 70 y luego llevado a la tele, ya advertía que el eje terrestre había modificado su curso hace 2000 años y que las constelaciones habían cambiado de posición, cosa que los astrólogos no parecían haberse percatado.
Por el otro lado, los astrólogos afirman que sí se habían dado cuenta de ese suceso, pero que decidieron dejar los doce signos para no romper la armonía de sus categorías (agua, tierra, viento y fuego) con un treceavo más. Aparte, sostienen que lo que rige el ciclo en realidad son los solsticios y equinoccios solares. También la luna manda.
En la antigüedad, los solsticios eran el 24 de diciembre y el 24 de junio. ¿Les suenan conocidas esas fechas?
Por mi parte, no acudo al zodiaco para regir mis decisiones, pero con los años, me he dado cuenta que mis grupos de personas afines festejan sus cumpleaños en las mismas temporadas. En junio y diciembre me la paso bien ajetreado con festejos de sagitarios, cánceres y géminis.
No me conviene creer en el zodiaco porque soy Piscis con ascendente Géminis, los dos signos dobles y contrarios: lo que me salvaría fue que nací al día siguiente de un eclipse, con un cielo nuevo y en domingo, a las 12 en punto del mediodía. Mis padres tenían ambos signos.
Una vez conocí un parasicólogo que no podía creer que yo fuera Piscis, por el tipo de vida que llevo y mi modo de ser. Aventuró que tenía un géminis muy dominante… ya qué conoció más mis defectos personales aceptó que ese si era mi signo.
Según las revistas del corazón, principales autoridades a la hora de hablar del zodiaco, Piscis es un signo débil, tímido, soñador y caprichudo. Mi tío Chivi, que siempre usa sombrero, botas y maneja tráilers desde muy joven, compra billetes de lotería Tauro porque dice que Piscis no sirve. Me di cuenta hace años cuando un día le abrí la cartera, ya que era de los que llegaban a la casa de visita dándonos buen dinero a los niños. No voy a escribir aquí para qué tipo de persona considera que debe corresponder el signo Piscis.
Los horóscopos comenzaron a aparecer en los periódicos en Paris por los años veinte. La referencia la tenemos por el poeta surrealista y astrólogo André Bretón quien se quejó de eso. Sólo eran válidos los vaticinios hechos de manera individual, carta astral en la mano y billetera lista.
La verdad, los astrónomos no deberían meterse con la astrología por el mismo motivo que los astrólogos tampoco deberían entrometerse con la exploración espacial: cada quien tiene su público.
Supe de Oficus hace años en un programa de Guillermo Ochoa, el antiguo informador de las amas de casa pero, desde entonces, yo no creía que fuera importante todo lo que se decía en el Canal 2, especialmente los sábados por la mañana.
Por cierto, la horrible palabra Ofiuco puede volverse Ophicus, tal como la escribí, por el mismo motivo que decimos Géminis y Piscis en vez de gemelos y pescados, ¿o no?
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