jueves, 30 de diciembre de 2010

Recordando a dos escritores del sur de Sinaloa




Dos excelentes escritores sinaloenses nacieron un 26 de diciembre y con gusto vamos a recordarlos en su semana. Los dos, también noble coincidencia, fueron originarios del Municipio de Rosario: Esteban Flores y Carlos R. Hubbard.

Empecemos con Esteban Flores, quien vino al mundo en Chametla 1870 y falleció en 1927, lamentablemente en un hecho violento en las afueras de Mazatlán. Había sido visitador general de la Secretaría de Hacienda de 1925 a 1926 y su carrera despegaba a nivel nacional.

Se recibió de profesor en educación primaria en la fundacional Escuela Lancasteriana de Mazatlán y ejerció cargos educativos como profesor de historia, matemáticas y literatura en el Colegio Civil Rosales, germen de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Fue director de El Correo de la Tarde (de 1895 a 1905) y llegó a ser en esa época gran amigo de los poetas Amado Nervo y Enrique González Martínez, entonces también unos desconocidos. En El Correo de la Tarde publicó sus primeros poemas con el seudónimo de José Conde

Gracias a su vocación política fue director del Periódico Oficial del Estado de Sinaloa y colaboró en publicaciones como Mefistófeles, Monitor Sinaloense y las revistas Arte y Bohemia Sinaloense

En 1916, ya radicando en la Ciudad de México, fue redactor de la revista Pegaso, donde convivió con Genaro Estrada y Ramón López Velarde. En 1918 comenzó a trabajar en la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, donde intervino en el conflicto por la huelga de Orizaba de 1919.

Es fundamental rescatar que, aparte de su obra poética, realizó un estudio sobre inmigrantes asiáticos y las condiciones de vida de los trabajadores en el sur de México. En ese tiempo, Sinaloa tenía un gran cantidad de trabajadores de esos dos grupos sociales y Flores conocía su situación de manera inmediata.

Su obra se recopiló en “La visión dispersa”, editada hasta 1938. Hace poco, mi gran amigo Leo Eduardo Mendoza le hizo justicia incluyéndolo en la antología de Conaculta “Sinaloa: lengua de tierra”.

De Don Carlos R. Hubbard tenemos más información, ya que fue un caballero muy activo y referente en muchas obras culturales y cívicas del Municipio de Rosario. Bastante conocida es en la región su labor polifacética y efectiva. Nació en 1912 y me comenta su hijo, el Ing. Iván Hubbard Rentería, que también dos de sus nietos vinieron al mundo un 26 de diciembre.

Podríamos llenar páginas recabando sus anécdotas, como la de su amistad con Lola Beltrán y Pedro Infante, a quien enseñó a tocar la guitarra o su rescate en la crónica de varios hechos históricos, pero esta
vez quisiera detenerme en evocar su prosa chispeante y humorística.

Su libro “Cuentos de mi Rosario” – en realidad son crónicas- es un paseo por una ciudad picaresca, con personajes dotados de un sentido del humor vivo, rescatados con la gracia del narrador provisto de malicia y buen ojo para la anécdota.

Acabó de releer este libro, desde hace años un tesoro de mi biblioteca, y encuentro aquí un verdadero río de notables recopilaciones. La memoria viva de una región poseedora de una fuerte identidad que ha quedado trasladada con éxito, justicia y respeto, a la letra impresa.

Gracias a don Carlos R. Hubbard tenemos noticias de “El Güero Astengo”, ejemplar rimador de verso luminoso cuyo talento se difuminó, lamentablemente, en la leyenda y la bohemia, dos cosas que suelen confundirse.

Otros de sus libros son “Estampas de un Mineral”, “Chupapiedras” y “Mi barrio del 22”. “Rumbos” fue una publicación suya que nos gustaría ver muy pronto reeditada para que esté al verdadero alcance de las nuevas generaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario