domingo, 8 de marzo de 2009

Salon du Livre

El río Sena al fondo, 1998


Hace diez años, tuve la suerte de pasar un tiempo muy intenso en París, en donde me tocó conocer lo mismo barrios africanos bastante bizarros que algunos elegantes restaurantes de los Campos Elíseos.


Esto último no es ninguna presunción: a pesar de la mala fama que el cine ha dado a los franceses, se puede entrar a esos sitios a tomarse un café sin que nos exigan consumo mínimo… Tampoco les molesta nuestra vestimenta si ésta incluye tenis o mezclilla.


Aquí – en Mazatlán, en todo México - uno va a lugares de medio pelo y los meseros no disimulan la cara de molestia al anunciarles que no vamos a comer y que sólo deseamos una bebida.


En aquel tiempo, una euforia de optimismo dominaba la ciudad. El mundial de futbol estaba por llegar y la torre Eiffel marcaba electrónicamente los mil y pico de días que faltaban para el año 2000. El puente del Alma seguía lleno de flores que la gente dejaba a Lady Di.


Eurodisney también era la otra novedad del momento y la mayoría de los visitantes eran gringos y japoneses de paso por Europa. El “look” de la gente en los canales de videoclips y ciertas calles-pasarelas era muy similar al de la película “El Quinto Elemento”.

Senegaleses, argelinos o marroquíes paseaban en las calles, totalmente integrados a la vida francesa. Hasta en la cultura pop se vivía un mundo muy propio, sin influencia extranjera inmediata… Me pregunté entonces si algún día los mexicanos llegaríamos a ser así.

México logró evitar que la Intervención Francesa se volviese el fin del estado como una república liberal; sin embargo, los historiadores reconocen que, en cuanto a modas, cultura y conducta, Francia nos dominó durante varias décadas después del Cerro de las Campanas.

El afrancesamiento de nuestra cultura fue notable durante la segunda mitad del Siglo XIX e inicios del siguiente. La filosofía misma del positivismo, pregonada por Auguste Comte, oxigenó buena parte del pensamiento nacional. (Justo Sierra, José Vasconcelos, el propio Madero)

Poetas como Amado Nervo o militares cultos como Felipe Ángeles mantuvieron fija su brújula hacía la “cara Lutecia”, como llamó Rubén Darío a Francia en un poema. Los mejores médicos seguían las enseñanzas de Charcot y ya no hablemos de las damas que, al bajarse de su carruaje en el Teatro Fru Fru, decían “C’est gentil, Pedro” al mozo que daba la bienvenida.

El gran Gutiérrez Nájera vestía su poesía con términos galos y todo mundo le entendía. Palabras como rosicler, écuyère, (caballista) o chauffeur eran leídas con la facilidad que hoy tenemos para escribir “chatear”, “gugulear” o mensajear.

México – sigo con Nájera – vivía un “sprit rociado de Veuve Clicquot”

Luego de los locos 20s, el centro del mundo dejó de ser la Ciudad Luz; Francia, desgastada por dos guerras mundiales, cedió su papel de guía ante el feroz consumismo y el star-system de los Estados Unidos.

Este año, México es el país invitado al Salón del Libro de Paris, una especie de feria del libro cuyo formato es muy diferente al que solemos ver en nuestro país. Ante el declive moral y económico de parte de nuestros vecinos, es interesante tener referencias de Francia y la propia España, país que también pasó por una crisis muy dura y logró una transición política modelo.

No se trata de que seamos como los franceses. Somos diferentes a ellos; aunque existe un mismo temperamento latino. Pero, ¿no podremos los mexicanos a seguir el modelo de una cultura civilizada del mismo modo que lo hicimos, ejemplarmente, en el Siglo XIX? O, simplemente, ¿no podríamos hacer sencillamente lo correcto?
***

2 comentarios:

  1. Amigo Juanjo,
    Esto de lo afrancesado me recuerda a mi primer año en la secundaria, que entonces era parte de la prepa Rosales. En ése entonces todavía se consideraba lo francés superior a lo gringo, hasta que llegó el "Twist". La última muestra de "superioridad" francesa se dió con la llegada al puerto del portaaviones "Jean De Arc" precísamente en Carnaval donde c-a-d-a marino franchute traía de brazo una mazatleca, cosa que no se ha visto en la historia de los marines que con tanta frecuencia nos visitaban con rumbo a Viet-nam.
    Sabías que Diego Rivera pensaba en francés?, así se lo confesó a la escritora cubana Loló de la Torriente, (2 tomos 1959).
    Te encargo por este medio me digas que pasó con mi petición de la revista Universitaria.
    Un abrazo,
    Joaquín López, Cronista de Teacapan.

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  2. Qué tal Joaquín:

    A Diego Rivera no le creo nada: en Paris anduvo diciendo que Rommel era hijo de Pancho Villa. Lo único cierto es que la mama de Rommel vivió un tiempo en Tampico. Allá también afirmó haber comido carne humana y tenía un ídolo azteca al que le ponia inscienso.

    Fijate que no es por defender a Higuera, pero el cascaronazo desde tiempos de Díaz Valdez ya daba problemas... mucha embajadoras se bajaban de los carro y alguna acabo en el hospital en los 80s con un ojo dañado. Creo que fue con Alejandro Camacho que el Municipio dejó de dar permisos para su venta... un problema que el mismo Ayuntamiento provocaba.

    De la revista, cuenta con ellas, aunque ahorita no tengo en Mazatlán. Puede hacerte llegar unas cuatro y las demas, pues ni modo, hermano, a vuelta de semana santa. Escribeme si quieres a mi correo normal; no te había contestado porque anduve fuera de circulacion electrónica.

    Gracias!

    JJR

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