Releo el excelente libro “Lunes de Mazatlán” - donde el Mtro. Gustavo Jiménez rescata las crónicas que publicó Amado Nervo en “El Correo de la Tarde” durante 1892 -1894-, cuando topo con algo interesante.
Sostiene Jiménez que Nervo dio un discurso en el Teatro Rubio con motivo de las Fiestas Patrias el 15 de septiembre de 1892. Gustavo solo cita un párrafo pequeño; quizás no incluyó el resto porque su libro sobre don Amado, quien forjó y templó sus primeras armas literarias en Mazatlán antes de irse a la capital, sólo se dedica a las crónicas porteñas.
Sacudido por el espíritu hemerográfico – de estudiante, una de mis chambas era realizar investigaciones de ese tipo para historiadores profesionales – corrí al Archivo Municipal en busca del discurso completo. Actualmente dirijo la Revista de la UAS y estoy al cierre de un número dedicado al Bicentenario, por lo que el texto me caería muy bien en el contexto.
Sorpresa: luego de que Luis Díaz de León y Aristeo Herrera y Cairo sacaron la compilación, resguardada por varias protecciones, descubro con tristeza que Nervo no publicó su discurso completo. Sólo un anónimo “repórter” – eso era la palabra usada en la época- mencionó el mismo fragmento que cita Jiménez en una breve gacetilla.
En vista de eso, aprovecho el desplazamiento y la inmersión al mundo de la hemeroteca para realizar un viaje por el túnel del tiempo de “El Correo de la tarde”.
Lo más divertido son los anuncios: Calzado fino y corriente a los mejores precios. Tónico Peruano milagroso para todas las enfermedades. Novelas baratas y con Rebaja de Precios en Imprenta Retes. Tambien se publican los nombres de los barcos fondeados en la bahia y las listas de pasajeros que arrivaban por mar y diligencia.
Las mencionadas “novelas baratas” no eran tan baratas. No lo digo por el precio, si no por su gran calidad, como “Armadale” del Wilkie Collins, sumamente recomendado por Borges. “Allan Quatermain”, un clásico de la aventura africana de Ryder Haggard, se ofrece en un solo tomo a 90 centavos.
Pero lo que me animó a escribir este texto fue un largo escrito titulado “Las garantías individuales y acatamiento a las órdenes del Gobierno. Indios de Chametla”, firmado por el Sr. Juan José Álvarez, el 14 de octubre de 1892 en Rosario, Sinaloa.
En síntesis, el Sr. Álvarez se queja de que en la cárcel de El Rosario se tenga en prisión a un grupo de indígenas de Chametla, incluyendo a varios de edad avanzada, por el falso delito de destruir unas plantas ubicadas en tierra de cultivo.
Analizando la carta, concluyo que el Gobernador porfirista Francisco Cañedo mandó repartir unos terrenos en Chametla a los grupos indígenas, sólo que el hecho contó con réplicas; incluso del mismo Alcalde local, las cuales terminaron en el encarcelamiento de dichos indígenas, quienes habían tratado de hacer uso de esas tierras.
El Sr. Álvarez pide la intervención de las autoridades gubernamentales para que den órdenes a la Prefectura del Distrito del Rosario y que el juez Miguel Sánchez no de lentitud al proceso, ya que el plazo de cuatro meses que otorga la ley para instruir una causa es demasiado. Añade que los indígenas ya padecen varias enfermedades en la prisión y sería lamentable que sus hijos tuviesen que hacer el triste papel de pordioseros.
Desconozco quien haya sido el Sr. Álvarez, y si aun tenga familia en El Rosario, pero a 108 años de su noble denuncia, hecha en un tiempo lleno de perjuicios contra los indígenas y la gente humilde, aplaudo y admiro ese digno gesto. También a “El Correo de la Tarde”.