domingo, 1 de noviembre de 2009

Los mil y un velorios de Mirla Osuna




Hace varios años que he contado con la amistad de un personaje clásico de la vida universitaria y de la muerte mazatleca: desde que conozco a Mirla Osuna no es rara la ocasión en que no me la encuentre rumbo a un evento artístico o a un velorio.

Sí, mi amiga es una persona cuya agenda cuenta mensualmente con tres o cinco ceremonias funerales. Y, de darse el caso, se traslada a sitios foráneos. Una vez viajó a un funeral en Colima, pero como la persona siempre no falleció, se quedó un mes allá en espera del desenlace, cosa que, en efecto, así sucedió.

Durante las honras de la muerte, Mirla despliega una especial destreza en los protocolos de esas difíciles circunstancias. Prepara café; asesora a los familiares traumatizados por el suceso; reconcilia a los hermanos enfrentados y pone en paz a borrachos o demás asistentes que caen en la indisciplina. Su valiosa presencia es inquebrantable y no es escasa la ocasión en que se amanece con los deudos, acompañandolos hasta el último momento.

Cuando fallece una persona de escasos recursos, organiza de inmediato la colecta. Una vez se ofreció una situación urgente y se armó un esquema donde los amigos cercanos teníamos que dar a fuerzas 500 pesos para apoyar en la desgracia a un amigo. Y a ver como los conseguíamos. Nada de que no tengo, ando muy tronado, esta semana no me pagaron, etc...

Tan fiel es en esa práctica que su antigua cenaduría, ubicada en una entonces solitaria y silenciosa Plaza Machado, era llamada por los asistentes “El velorio feliz”, nombre con el que se consignó en artículos periodísticos aparecidos en Europa, Estados Unidos y Australia.

A veces, al enterarse de algún fallecimiento, cerraba su negocio y tomaba un auriga para estar en el sitio, escoltada por no pocos de sus clientes, los cuales se iban a seguir la charla en alguna colonia popular o en las funerarias locales, todo según fuese el caso.

En su momento, le decían la Rigoberta Menchú de la Lázaro Cárdenas, ya que siempre estaba presente en las luchas sociales, haciendo gala de su vestimenta típica mexicana, huipiles o rebozos de índole prehispánica, los cuales fueron su uniforme reglamentario, incluso en una era anterior al redescubrimiento de Frida Kahlo... Usaba una bicicleta color rosa y todavía no es raro verla en las calles del centro histórico con sus trenzas al vuelo.

Yo la conocí en 1984, en un homenaje luctuoso a Pablo Neruda, tocando las percusiones junto al trovador salvadoreño Leo Vides, mi maestro de sociología en la prepa de la UAS. Y cuando uno de los pocos eventos locales sobre el Día de Muertos era realizado por la Universidad, Mirla ahí estaba, confeccionando la ofrenda en las oficinas de la Casa de Estudios, muchos antes de que el común de los planteles realizasen el actual carnaval necrofílico. La mayoría de los objetos rituales y artesanías populares pertenecían a su particular colección.

Hace quince años (la conozco desde hace más de veinticinco), publiqué en una revista un artículo similar a éste, recreando y retratando a tan ejemplar y auténtico personaje. Si bien lo tomó a broma, hace días le solicité permiso para volver a retratarla en estas páginas, cosa que aceptó, sólo que con una breve condición:

Que dejase muy en claro que ella es una persona asidua a los velorios no porque tenga un gusto enfermizo por ellos o encuentre un goce especial en eso. No: Mirla va a los funerales porque es una obligación que todos tenemos con las personas que conocemos y mantenemos algún tipo de relación cercana. Así de sencillo.

De la misma manera que vamos a las bodas y las fiestas, apartando la fecha y estrenando un cambio, también debemos ir a los sepelios, asumiendo todas las incomodidades emocionales y de horario que eso implica. Nada de que “eso no me gusta”. Si eres amigo de alguien, pues hay que serlo en las buenas y en las malas.

Eso, creo yo, es una reflexión digna de mantener. No sólo hoy, Día de los Fieles Difuntos, si no también en todos los días en que nos mantengamos con la gracia y el milagro de la vida. Y estoy seguro que Mirla siempre será una excelente amiga.

5 comentarios:

  1. Mirlaaaaaaaaaaaaaaaaaaa y JuanJoC!... Ya me hacia falta contar con el fervor y estilo de aquel escritor que fue Mi Primer Amor ,y por lo tal le toco tambien ser MI primer Dolor de cabeza y del corazon!!!!!!!! Alla por mis años universitarios en mis estudios de arquitectura, aquel muchachote alto, cinico y fantastico que en sus dias por DIFOCUR en culiacan me dejaba esperandolo bajo la palmera de la entrada al agora.Y como no recordar mi "odio y celos" hacia el "poeta" con sus cantinas y con sus parrandas. Hijole ! hasta parece que fue ....ayer? , no lo se, motivos no me faltan para pasar a "rayar tus cuadernos" o "pedalear tu bicicleta" por el rumbo que distrajo nuestros destinos.
    Mirla Osuna, y sus colorida estampa, ella Si es....ella Si es la de la Bici, le extraño mucho en mis recuerdos frecuentes, cuando al calor arido de una tarde cualquiera, quisiera refrescarme en MIS calidas aguas Mazatlecas. OOOHHHHH vuelvo por ahi, un dia de estos. Enviame MI libro , aquel que debiste haberle escrito a la loquita que se "enamoro" de los ojos aceitunados con su boca de sabor a limonero!.Que si Quien soy yo???? aquella que escribe en Enero , como si el tiempo no se almidonara en ayer.
    eaaa! Venga...Tu Lo sabes....YO Lo se ;)

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  2. saludoooss mirlaa! muy cierto lo que dices, siempre anda queriendo resolver conflictos pero fuera de eso es buena persona, yo tengo 20 años y aunque es mucha la diferencia de edad me gusta mucho platicar con ella..

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  3. y si, siempre se le ve rumbo al angela peralta o a la machado o a eventos jeje

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  4. holaa y Mirla no tiene correo? necesito comunicarme con ella por favor

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  5. hrodricksfrank@gmsil.commayo 10, 2020

    Pero,simepasaselMensaje...selodoy

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