domingo, 10 de abril de 2011

Con temple mazatleco






Según me entero, a Charles Portis, el autor de la novela “True Grit” (¿Con temple de acero?), historia de donde fue inspirada la reciente película de vaqueros nominada al Oscar, le gusta venir a Mazatlán.

No sólo eso: es aquí en Mazatlán donde compra las cintas para la máquina de escribir con la que escribe sus novelas, según encontré en un blog donde un amigo suyo hace ese comentario. Y ese es todo el comentario hecho en el sentido personal. No revela ningún otro aspecto, más que el detalle de que realiza regulares viajes a nuestra ciudad. (A continuación, el link)

http://blogs.wsj.com/speakeasy/2010/12/21/the-author-behind-true-grit/

Portis al parecer es un autor raro, encerrado, a la manera de Salinger, a quien disgusta el mundanal ruido y se mueve de incognito. Un gringo que conocí en una librería de la Zona Dorada me contó haberlo conocido en los años setenta, de manera muy circunstancial, y sin haber hablado de literatura.

La película “True Grit” es un remake de otro western con el legendario John Wayne. En lo personal, he disfrutado esta tensa y tersa historia con placer. Me encantan los anti-westerns, aquellas propuestas donde los personajes se comportan como en la vida real y no siguen los esterotipos y demás lugares comunes del género que lo vuelven predecible y olvidable.

En el género del cine gringo, hay otra cinta muy realista que también es una de mis preferidas y de la que tenemos vagas evidencias de que el autor también toco tierra con nosotros: “El tesoro de la Sierra Madre”, de B. Traven.

Al parecer, el primer contacto de Traven con México fue el haber desembarcado en nuestro puerto. La novela de gambusinos y bandidos que fue llevada al cine por John Houston con la genial actuación de Humphrey Bogart y Walter Houston –padre del director- ocurre en una región sin nombre la cual, al parecer, es la nuestra: los únicos puntos geográficos mencionados en las páginas centrales de la novela son Mazatlán y Durango.

Si bien el inicio transcurre en los campos petroleros del Golfo, la historia más adelante se desplaza hacía un área misteriosa que, por sus referentes, bien podría ser la sierra que compartimos con Durango... Otro aspecto extraño y realista de la historia es que ocurre durante la Gran Depresión y vemos que México es un luminoso país con oro y petróleo por donde vagan varios estadounidenses oportunistas, ligeramente “muertos de hambre” y deseosos de encontrar rápida fortuna.

Por el hecho de que la mayoría de sus personajes son gringos, podría pensarse que las novelas de B. Traven son de un autor nacido al norte de nuestra frontera, pero ahí radica el enigma de Traven: sus novelas están escritas en alemán… ¿Habrá nacido en la poderosa Alemania de Bismarck y llegado a nuestras costas impulsado por la misma migración que trajo a los Farber, los Melchers, Everst, Claussen y demás apellidos de cepa prusiana?
El misterio sigue vigente. Su manejo del alemán asemeja un inglés mal traducido o un alemán dialectal bastante tergiversado.

Otro autor de prestigio, de quien vimos huellas de presencia en nuestras playas, es ni más ni menos que Susan Sontag, quien en 1991 firmó en el libro de visitantes del Museo Arqueológico de Mazatlán. Su firma fue estampada en fechas cercanas al eclipse del verano de 1991, así que existe la posibilidad que haya venido a presenciar aquí dicho fenómeno. Pero bueno, al igual que el resto del artículo, es posible que todo esto solo sea una simple especulación fundamentada en diversos datos y fechas coincidentes.

O sea, en pocas y resumidas palabras, una verdadera muestra de literatura. Esperemos que finalmente así sea.

domingo, 3 de abril de 2011

Festival Internacional del Cine en Guadalajara: la reseña





La semana pasada asistí al Festival de Cine de Guadalajara, invitado por la U. de G. para compartir una charla sobre la adaptación al cine de dos de mis libros. He aquí unas impresiones.

El logotipo es fascinante: una figura con máscara de luchador bajo un sombrero de charro que nos mira con fijeza, realizado con grecas de aire prehispánico y oscuras mitologías. Nuestros símbolos más repetidos por el cine mexicano a lo largo de su época –los charros y los enmascarados- son aquí estéticamente sintetizados con donaire.

El primer fiasco del festival fue la negativa de El Hijo del Santo a que se exhibiese una cinta en donde “El Santo” aparece con mujeres desnudas. La polémica fue grande, ya que se había invertido una fuerte cantidad de tiempo y recursos para recolorearla, pero el heredero se negó, ya que en vida el propio Rodolfo Guzmán Huerta –“El Santo”- se opuso firmemente a su exhibición.

Otras fuentes dicen que esas películas si se exhibían, pero solo fuera de México, debido a un acuerdo entre caballeros con la producción. “El Hijo del Santo” dijo que su protesta no radica en que no le hayan invitado al festival, sino a partir de su deseo de mantener intacta la figura de su padre. Pone de ejemplo que “Adiós ídolo mío”, de José Buil, una cinta mucho más crítica, fue exhibida en vida del Santo con permiso suyo.

En mi charla compartí la mesa con Orfa Alarcón, cuya novela “Perra brava” está siendo llevada al cine y con Gustavo Bolívar, autor de “Sin tetas no hay paraíso” y “El capo”, con quien ya he coincidido en otros eventos y ya me he referido en esta columna.

Ante la pregunta sobre si los medios y telenovelas como la suya incitan a la violencia, Gustavo Bolívar respondió sereno: la violencia es un fenómeno que no se le puede achacar a las comunicaciones. La Revolución Mexicana misma, la sangrienta “Guerra de los Mil Días” que padeció Colombia y muchos otros conflictos de gran impacto y secuelas sociales relevantes sucedieron en épocas en las que no existían televisión, radio y cine mismo.

“Los artistas que tocaban el tema de la Guerra de Vietnam en los Estados Unidos fueron muy criticados en su momento. Si nos hubiera tocado esa guerra, los escritores escribiríamos de eso. La realidad es la realidad”, concluyó Gustavo.

Dentro de los documentales que alcancé a ver y, siguiendo con el tema, uno que llamó la atención era “Pablos Hippos” que trataba sobre los hipopótamos que se escaparon del zoológico privado de Pablo Escobar y se reprodujeron en una región pantanosa cercana, provocando un cambio en el ecosistema y hasta continuas peleas entre los machos. No era el mejor, pero incluía dibujos animados donde los animales nos contaban su historia.

La actriz homenajeada fue la siempre bella y talentosa Diana Bracho junto con la figura de Manuel Esperón, quien falleció hace pocas semanas. Otras figuras presentes fueron Angélica María y Angélica Vale, quien apareció en la cinta “Salsa en Tel Aviv”: Israel era el país invitado de honor en un evento donde se homenajeo al director alemán Werner Herzog.

Es impresionante la campaña que hacen estado como Veracruz y Chihuahua para que los realizadores usen sus estados como escenarios. Los stands y folletería repartidas con este propósito eran en verdad de primer mundo. ¿Algún día veremos eso en Sinaloa?